¿Qué valor le das a la fotografía?

 

Llevo ya algunos pixeles recorridos en el mundo de la fotografía, sobre todo dando clases. Lo que más me gusta de dar clases es que siempre aprendo cosas nuevas de los mismos alumnos, me ayudan a mantenerme actualizado, a tener los ojos y las ideas frescas, me contagian de su energía. Pero como todo las lecciones no siempre son las mejores.

Ayer experimente dos formas distintas de ver, sentir y vivir la fotografía, tan extremas en todos los sentidos. Por la mañana di clase de fotografía, es una introducción a este gran universo de posibilidades: algunos aspectos teóricos, diafragmas, velocidades, isos, modos de medición, exposición, etc. Son cursos teórico-prácticos, predomina más el segundo aspecto y bajo está lógica nos lanzamos al parque más cercano a poner a prueba todo lo que hemos visto en clase. Lo de siempre, del pizarrón a la realidad hay un mar de diferencia. Lo primero es comprender cómo se relacionan diafragmas velocidad e iso, lograr una correcta exposición y ver los efectos que logro modificando cada uno de ellos.

Pero que sucede cuando después de casi 4hrs de práctica, en que tomamos nuestras primeras decisiones sobre lo que sucede en una determinada escena, me encuentro que un par de alumnos realizaron escasas 5 fotografías en ese lapso de tiempo, son imágenes sueltas y sin ningún sentido ni propósito en especifico, fueron generadas estando sentados sobre una banca y sin la mínima intensión de robarle un instante al mundo. La otra parte del grupo no dejaba de buscar resultados distintos a veces sobre una misma escena jugaban con los valores de exposición para entender que afecta cada uno de ellos sobre el resultado final. Emocionados se querían robar cada instante, cada textura, cada sombra que encontraban en su recorrido.

Al revisar el material la respuesta de los alumnos que únicamente tomaron unas cuantas imágenes fue: «es lo que me interesó tomar o ya no sabia que más tomar». Recordemos que es un curso de iniciación a la fotografía, estamos asimilando los efectos de los parámetros básicos, encontrar una correcta exposición y tomar decisiones sobre la fotografía (nosotros tomamos las decisiones de lo que nos interesa o no). No se crean, me sorprende ver este tipo de apatías o desinterés de alguien que asegura: «quiero vivir y trabajar de la fotografía.»

Y la lección más grande que recibí ayer de cómo darle valor a una fotografía no la recibí de los alumnos entusiasmados y curiosos de probar que sucede con su cámara y la luz. La lección vino de una pequeña niña de 4 años (mi hija). Verán; noche de Reyes Magos, mi hija se despierta en la madruga y encuentra sus obsequios (empezó la locura y los gritos); rápidamente los juguetes salieron de sus cajas y empezaron a ser bombardeados de besos y abrazos por parte de mi hija, había una luz inmensa en sus ojos. aparecen en escena Jessy la vaquerita y el oso Lotso, personajes de Toy Story, rápidamente mi hija reacciona y trae sus viejos juguetes de la misma película para juntarlos. No habían pasado ni 20min desde que abrió sus regalos y hace una pequeña pausa dramática (una idea llego a su cabeza) y con emoción me dice: «Papi préstame tú cámara, quiero tomarle una foto a mi nueva familia.»

Una niña de 4 años entendía la magia de ese momento, estaba plenamente feliz por lo que recibía y lo que ya tenia, era un momento único en su vida, ¿Por qué no recordarlo siempre en una fotografía? Esto es amar la fotografía, esto es vivir la vida y valorar cada segundo. La foto del articulo es lo que mi hija va a recordar siempre, no es una foto con técnica, ni estética; pero tiene magia, corazón y un propósito ¿Cuántos fotógrafos han perdido eso, o aún no lo han encontrado? Si no lo tienes creo que estás en la profesión equivocada. Cuando la magia de un instante y la fotografía de juntan, la vida y esta profesión tienen el valor que se merecen. Siempre miren al mundo con la luz que hay en los ojos de un niño, ellos descubren un nuevo mundo cada día.

 

Foto Reyes